lunes, 25 de noviembre de 2013

Historias del Camino de Santiago en el Colegio Mayor Peñafiel

Parece que fue ayer cuando después de exámenes la comunidad del anillo puso rumbo a Santiago de Compostela. Cuatro fueron los elegidos para superar tan arduo menester: Froderto, Velascandalf, Jimenégolas y Haerinaragorn.
El punto de encuentro inicial era Pedrafita do Cebreiro donde nada más llegar se vaticinaba un difícil y costoso camino al “Monte del destino”, porque además de ser nuestra primera vez cuando entramos en el albergue se desató una tormenta que dejó sin luz al pueblo toda la noche.
Sin embargo pese a esa bienvenida de inclemencias, las demás etapas se sucedieron con un tiempo de lo más agradable. Siendo cada día de la semana regido por la rutina del peregrino: Madrugar, preparar la mochila, caminar una media de veinticinco kilómetros al día, sellar la acreditación, llegar a los albergues públicos e ir a la misa del peregrino.
Fieles a nuestro lema de nunca deshacer lo andado poco a poco atravesamos: Triacastela, Samos, Sarria, Portomarín, Palas del Rey, Melide y Arzúa (donde no pudo faltar el famoso queso de tetilla). Conociendo tanto en el propio camino como en cada albergue personas cargadas de diversos motivos y sorprendentes historias. Eso sí todos unidos con el impulso de la misma fuerza que hace único al camino.
Una vez en Santiago la ilusión no nos hizo flaquear, sobre todo en el caso de uno de nuestro grupo, por la irritación de ciertos pliegues cutáneos con el roce del pantalón. Esa mañana llevábamos andados unos 40 km en aproximadamente ocho horas y media, pero conservando la energía del primer día para atravesar el arco de la Azabachería al compás de las gaitas, dirección a la plaza del Obradoiro, en la que al momento quedamos maravillados ante la grandiosidad de la catedral.
Por último el cierre de nuestra labor se reveló Compostela en mano en la misa del peregrino, justo en el momento en el que los tiraboleiros elevaron el botafumeiro sobre nuestras cabezas, quedando destruido el anillo para siempre.


David Jiménez Virumbrales.